Un soldado cubano de pie junto a un barco de refugiados en el pequeño puerto de Mariel, Cuba, el 23 de abril de 1980, al partir los refugiados a bordo hacia los EE. UU., donde tienen la esperanza de comenzar una nueva vida. El presidente de Cuba, Fidel Castro, había accedido a dejar que los cubanos se fueran de la isla comunista para empezar una nueva vida en los Estados Unidos. Jacques Langevin/fotografía de AP

Tiburones, manzanas y capitalismo: Los cubanos se refugian en los EE. UU. después del viaje del éxodo de Mariel
El éxodo de Mariel
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El éxodo de Mariel

Episode 4: English translation

Nota del editor: Este episodio contiene breves menciones de violencia y vocabulario que podría ser inapropiado para algunas audiencias.

Es finales de la primavera de 1980 en Cuba.

Aerial view shows the massive demonstration held in Havana, Cuba, to show support for the Castro government

Esta vista aérea muestra una manifestación masiva realizada en La Habana, Cuba, para mostrar apoyo al gobierno de Castro y para condenar a los cubanos que habían buscado refugio en la embajada peruana. Sábado 19 de abril de 1980. La manifestación pasa por el frente de la embajada de Perú. Charles Tasnadi/fotografía de AP

Osvaldo Durruthy, de 22 años, está sentado en un autobús, cruzando el país desde la celda de una cárcel de Santiago de Cuba hasta el puerto de Mariel. Es su primer rato de libertad en años, pero el viaje no le permite relajarse para nada.

Durruthy vive hoy en día en Madison, pero cuando estaba sentado en ese autobús en Cuba, no comprendía del todo lo que le esperaba en el futuro. 

Estaba concentrado en ese presente, preocupado porque las botellas que los manifestantes estaban arrojando al autobús pudieran romper su ventanilla. 

"Había gente en la calle arrojando botellas de cerveza y bebidas gaseosas", recuerda Durruthy. "(Y gritaban) '¡Lárgate de aquí! ¡Vete! ¡Que se vaya! ¡No lo queremos!'"

Los manifestantes consideraban a Durruthy un traidor porque era uno de los casi 125,000 cubanos que estaban abandonando sus hogares, habitaciones de hospital o celdas de prisión para escaparse a los Estados Unidos como parte del éxodo de Mariel, que tuvo lugar de abril a octubre de 1980. 

El autobús a la larga atravesó la zona de la manifestación, pero había una parada más antes del puerto de Mariel: El Mosquito. Durruthy y otros que fueron enviados allí describen El Mosquito como caótico e intimidante. 

"Era como otra ciudad llena de gente, ¿sabes?, llena de cubanos. Estaba rodeada de una cerca", recuerda Durrruthy. Tenían avena y nos sirvieron una comida. Había mujeres, niños y todo tipo de gente en El Mosquito, esperando al próximo día para ir a Mariel. En El Mosquito había muchas peleas, cosas alocadas".

Después de un par de días en El Mosquito, Durruthy llegó finalmente al puerto de Mariel, en el que miles de personas estaban esperando para embarcarse en los botes. Recuerda que había gente sin ropa o que tenía puestos uniformes de la cárcel.

Durruthy se pasó el día mirando los botes, preguntándose cuál lo llevaría a su nuevo hogar. Si bien la escena era caótica y distinta de cualquier otra cosa que hubiera experimentado, Durruthy estaba entusiasmado. Recordando esos momentos, nunca hubiera esperado la vida que tuvo después de dejar las costas de Cuba.

El lavandero

Cuando tenía 7 años, Durruthy inició su primera empresa. Era un emprendedor incipiente en su ciudad natal de Santiago de Cuba, armado con la capacidad que su madre le había enseñado: el lavado de ropa.

"Empecé a lavar y planchar tan bien que todo el vecindario hacía negocios conmigo, me decían, porque '¡Lo haces demasiado bien!'  Te vamos a pagar... para que nos laves y cuelgues la ropa", Dice Durruthy.

Lo empezaron a llamar "El lavandero". Ese empleo fue significativo, no solo porque todavía le encanta plancharse la ropa, sino porque representó la base para que pensara en el futuro cuando se trataba de sobrevivir.

Osvaldo Durruthy holds up a photo of his mother in each hand

Osvaldo Durruthy sostiene fotografías de su madre. Angela Major/WPR

Incluso a los 7 años, Durruthy tenía que ganar dinero para su familia. El padre había muerto cuando él era chico y Norka, la madre, quedó entonces sola para criar dos hijos.

"Estoy orgulloso de ella... era una buena madre. Nunca nos íbamos a dormir con hambre. Nunca. Me enseño cómo planchar ropa, cómo lavarle la ropa. Teníamos que lavar ropa todos los días y la lavábamos a mano", dice Durruthy.

Pero dice que a veces las cosas se ponían difíciles con su madre.

"Norka era la madre que todo niño quisiera tener. Pero... no había que hacerla enojar", dice Durruthy. "Crecí con mi madre dándome golpizas, sabes. Muchas. Es algo que llevo conmigo".

Omar Granados

Omar Granados, profesor asociado de Español y estudios latinoamericanos de la Universidad de Wisconsin- La Crosse y copresentador de "Uprooted". Fotografía por cortesía de Omar Granados

Al crecer Durruthy, el lavandero del vecindario empezó a necesitar un empleo en el que ganara mejor. Empezó a ser ratero o carterista, y dice que era bueno para ello. 

Por ese motivo, empezó a considerar el robo como un oficio en una cultura con opciones limitadas, dice Omar Granados, profesor asociado de Español y estudios latinoamericanos de la Universidad de Wisconsin- La Crosse, y copresentador de "Uprooted." Otro motivo por el que las personas empezaban a cometer delitos menores es porque las raciones de alimentos no eran suficientes para alimentar a sus familias.  

Pero debido al hurto, Durruthy a la larga terminó en la cárcel. Cuando estaba en la cárcel, se enteró de la situación en la embajada peruana, que dio lugar al éxodo de Mariel. 

"Jimmy Carter era presidente en ese momento", dice Durruthy. "Pero a sus espaldas, Castro también hizo limpieza en todas las instituciones penitenciarias, diciendo que les enviaba todos los asesinos y violadores, y abrió todos los hospitales psiquiátricos. Así fue como terminamos aquí".

Las novedades sobre el éxodo de Mariel se diseminaron rápido. La gente, incluido Durruthy, se trasladaba al puerto de Mariel, en el oeste de Cuba, desde provincias que quedaban totalmente del otro lado de la isla. Salió de su celda en Santiago de Cuba, se subió a un autobús que iba a La Habana, y fue así parte del éxodo masivo.

Los exiliados

El 1 de mayo de 1980, Fidel Castro dio un discurso en una manifestación por el día del trabajo en el que criticó a los cubanos que se querían ir.

"Dijo que tenían un defecto genético que los hacía no revolucionarios. Tienen una deficiencia genética, así que tienen que irse", dice Lillian Guerraescritora profesora de Historia cubana y del caribe en la Universidad de Florida.

Guerra dice que cerca del 40 por ciento de la gente que se fue durante el éxodo de Mariel fue recogida por familiares en el puerto. Dice que el resto se autoinscribió, es decir, llenaron papeles en la estación de policía declarando su deseo de irse. La gente tenía que probar que no era revolucionaria mediante una confesión voluntaria.

El gobierno cubano era opresivo hacia la comunidad LGBTQ del país en ese momento

"Podías decir, 'Soy lesbiana, mi hija es una pu--, mi marido es gay y todos nos queremos ir", dice Guerra. "Tienes un certificado, que es tu pase de la estación de policía que te identifica como antisocial".

Nadie controlaba si alguien era en efecto lesbiana o había puesto un burdel en la casa. Castro quería que la gente se autodemonizara porque no quería admitir que sus promesas sociales no estaban dando resultado para nadie, dice Granados.

No había ningún camino para salir de Cuba, a menos que las personas se automarcaran como delincuentes.

"Muchos estaban anonadados porque la gente que salió a decir que era basura humana eran muy respetados integrantes de su sociedad", dice Guerra. 

'He documentado presidentes de Comités de defensa de la revolución que se presentaron con toda su familia para poder irse del país. Como te puedes imaginar, se los sometía a un período de tres semanas de intensa violencia en su hogar por parte de la muchedumbre, porque se los consideraba los peores traidores. Eran los que admitían que habían estado fingiendo. Finalmente iban a poder irse, y querían ofrecerles a sus hijos una vida diferente que la que habían escogido para ellos mismos".

Un cruce traicionero del estrecho de la Florida

A algunos de esos inminentes exiliados se les dijo que simplemente se subieran a un bote y realizarían un viaje gratuito del puerto de Mariel a los EE. UU. Algunos pasajeros estaban tratando específicamente de ir a reunirse con su familia allí, y algunos de los que vivían en EE. UU.  habían pagado a los capitanes miles de dólares para que fueran a buscar a sus familiares cubanos.

A medida que pasaban las semanas, subían a la gente a presión en los botes para poder sacar a más gente del país rápido. Según documentos de la Guardia Costera de los EE. UU., al menos un capitán dijo que el gobierno cubano lo había forzado a llenar su bote a más del triple de su capacidad, a sobrecargarlo, con amenazas de que le incautarían el bote si no lo hacía. 

Dos de las personas que subieron a botes en el puerto de Mariel son ahora residentes de Wisconsin y viven juntos en La Crosse: Ernesto Rodriguez y Rodosvaldo Pozo. 

A Rodriguez lo colocaron en un bote después de dejarlo salir de la cárcel: un bote de pesca con cerca de 80 personas a bordo. Pozo también llegó al puerto después de que lo dejaran salir de la cárcel y lo dirigieron a un bote de pesca. 

El cruce del estrecho de la Florida fue traumático tanto para Rodriguez como para Pozo. 

Rodosvaldo Pozo

Rodosvaldo Pozo en su casa de La Crosse, Wisconsin, en abril de 2021. Angela Major/WPR

"Era atemorizante estar en medio del mar. Dios mío. Había un montón de gente allí, y un bebé llorando", dice Pozo. "Y veo otro bote detrás de nosotros...vino una ola, y no volvieron a salir. Estaba tan asustado".

Rodriguez había pasado mucho tiempo en el agua desde que era chico, pero este viaje era distinto de cualquier experiencia que hubiera tenido antes.

"Al principio, el mar estaba tranquilo. Pero cuando estábamos en el medio del mar, ahí es cuando empezaron las olas. Y ahí fue cuando muchos de los botes se hundieron. Había gente que se ahogaba", dice Rodriguez. "Había gente que estaba descompuesta. Yo estaba acostumbrado al mar. Pero mucha gente no lo estaba... el vómito y el olor a mar".

Osvaldo Durruthy — el lavandero — también sobrevivió un viaje devastador. Durante el viaje de Cuba a los Estados Unidos, estuvo sentado en la parte frontal de un enorme bote de pesca de langostinos.

Las aguas se pusieron violentas. El bote se mecía. Durruthy podía ver tiburones en el agua, que rodeaban a su bote. Vio a pasajeros que se caían del bote y eran atacados por tiburones.

"Tenía un amigo que había perdido una pierna", dice Durruthy. 

Durruthy dice que un helicóptero sacó a su amigo del agua. Lo más probable es que haya sido la Guardia Costera de los EE. UU., cuyo personal estaba patrullando las aguas para poder rescatar a personas que se cayeran o estuvieran apretadas en botes con demasiada gente

Cuban refugees wait on flight desk in 1980

Refugiados cubanos esperan en el mostrador de vuelos del cúter Dauntless de la Guardia Costera de los EE. UU. mientras dos botes de pesca ingresan en el puerto de Key West, Florida, el 21 de mayo de 1980. S. Helben/fotografía de AP

"Era tarde en la noche. Y estaban intentando salvarse. Veo a un amigo... veo solo una pierna. Sangre por todos lados. En el agua, estaba todo gris; demasiados tiburones comiendo, alimentándose", recuerda Durruthy. "Así que así pasó. Algunos llegaron y otros no. ¿Y sabes qué? ¡Yo llegué! Yo llegué. Gracias a Dios. Gracias a Dios llegué.

Los informes de noticias dicen que murieron 27 personas cruzando el estrecho de la Florida durante el éxodo de Mariel — de abril a octubre de 1980 —, pero hay gente que piensa que los que se ahogaron fueron muchos más. Esa información no se comunicó oficialmente. 

Cerca de 1,700 botes cruzaron de Cuba a los EE. UU. durante ese período según los archivos de Florida.

"De hecho, hay mucha información con la que no contamos porque no tenemos acceso a documentos oficiales cubanos ni a ningún archivo cubano de lo que ocurrió en el puerto de Mariel", dice Granados. "Todo lo que sabemos de lo que ocurrió del lado cubano del éxodo de Mariel proviene de historias y recuerdos". 

Key West: 'Todo tiene un costo'

Después de una larga y penosa travesía en bote, los cubanos finalmente desembarcaron en Key West, Florida.

"Estaba tan contento de ser parte de los Estados Unidos. Ese era mi sueño", dice Durruthy. "Conseguimos llegar, de El Mosquito a Mariel, de Mariel a los Estados Unidos... del bote a Key West".

Rodriguez también estaba en la gloria por haber podido bajar del bote de pesca de langostinos.

"Cuando llegué a Key West, me levanté, bajé del bote, y besé la tierra", dice.

Había voluntarios y funcionarios oficiales esperando a los refugiados en un centro de procesamiento en Key West. Les entregaban artículos tales como ropa, mantas y alimentos; en particular, manzanas.  

ends and relatives of Cuban refugees line a dock in Key West in April 1980, awaiting a ship

Amigos y parientes de refugiados cubanos hacen fila en el embarcadero de Key West, Florida, ese 30 de abril de 1980 (fotografía de archivo) cuando otro bote se dirige a la zona de estacionamiento de las aduanas de EE. UU. en el Truman Annex. Más de 125,000 cubanos llegaron a Key West en bote en la primavera de 1980. Habían dejado sus hogares y hecho frente a una traicionera travesía por mar para llegar a su nuevo mundo. Después de 25 años, el éxodo de Mariel ha dejado un legado y cambiado vidas. Fotografía de AP

"Fue la primera vez en mi vida que veía una manzana", dice Durruthy sonriendo. "Algunos las querían guardar. Yo la quería comer...¡me encantó desde la primera vez!" A Rodriguez le tocaron dos manzanas, algo que no había comido desde 1964. Para beber, eligió algo que solo había probado una vez en su vida.  

"Elegí una Coca-Cola", dice Rodriguez riéndose. "Y pregunté, '¿Puedo tomar más?' Me dijeron que sí, y luego el muchacho me dice, '¡Te vas a atragantar!'. Y yo le dije en español que no comprendía.

Una vez que Rodriguez terminó de tragarse las dos Cocas, recuerda que lo llevaron a un salón comedor. Fue su primera experiencia de un buffet del que podía comer todo lo que quisiera.

"Nunca veíamos comida así... estábamos todos como, "Oh, así es en los Estados Unidos", dice Rodriguez. "Comimos bien ese día. Nos dieron pollo, y macarrones con queso, y frijoles pintos. La pasamos estupendo". 

Era increíble viniendo de Cuba, donde el racionamiento era lo normal.

Cuban refugees arriving in Key West, Florida in May 1980

Refugiados cubanos llegando a Key West, Florida, en mayo de 1980. Centro de procesamiento del Truman Annex. Hal Moore/fotografía de AP

Hubo muchos otros ajustes por los que estos refugiados cubanos tuvieron que pasar, además de la comida, tal como la barrera del idioma. 

Hubo muchos otros ajustes por los que estos refugiados cubanos tuvieron que pasar. Uno de ellos fue la barrera del idioma. Y si bien muchos refugiados de Mariel habían oído hablar del sueño americano, nunca habían experimentado vivir en un país capitalista, observa Granados. Los refugiados tuvieron que aprender acerca de seguros de salud, arrendamientos, cuentas de banco, tarjetas de crédito y cuotas de pago de un automóvil, así como acostumbrarse a la propiedad privada. 

"Vienes de un lugar en el que no hay propiedad privada, y te mudas a uno en el que todo es privado. Te mudas a un lugar en el que el estado no te proporciona alimentos, ni raciones, ni cobertura de salud. Y, lo más importante, pasas de no tener opciones a de pronto tener 100 tipos diferentes de cereal", dice Granados.

"Pero todo tiene un costo", añade. "Tienes que tener dinero y tienes que tener un empleo y ser capaz de participar en la economía y comprar ese cereal".

En el momento en que los refugiados cubanos bajaron de los botes en Florida en 1980, había gente que los esperaba, incluidos grupos de asistencia a refugiados y empleados de organizaciones gubernamentales.

Pero no siempre hubo una cálida bienvenida de la comunidad en general, dice Michael Bustamante, profesor asociado de Historia y titular de la cátedra Emilio Bacardí Moreau de Estudios cubanos y cubanoamericanos en la Universidad de Miami.

Mariel boatlift refugees

Este patrullero de fronteras de EE. UU. es inspeccionado de cerca por jóvenes refugiados cubanos cuando inician su procesamiento después de llegar a la base naval de Key West el miércoles 30 de abril de 1980 desde Mariel, Cuba. Los familiares que esperaban acudían a Key West o bien esperaban en Miami por sus seres queridos que habían escapado de Cuba comunista a bordo de yates y arrastreros repletos. Fotografía de AP

"Para decirlo sin rodeos y en pocas palabras, los refugiados de Mariel —incluso en el seno de la comunidad cubanoamericana— no fueron recibidos con los brazos abiertos como había sido recibida la primera camada de refugiados a principios de los años 1960", dice Bustamante.

Según él, los primeros refugiados cubanos y los refugiados de Mariel venían del mismo país pero de mundos diferentes. Los primeros refugiados cubanos eran casi todos profesionales, tenían dinero, eran de clase media o alta, y eran blancos. 

"Una cosa era haberte ido de la isla en 1961 o 1962, y haber pasado dos años con esa cosa denominada 'revolución' en el poder. Y algo muy distinto era haber sido educado por ella o haber vivido con ese gobierno por 20 años, ¿verdad?" Dice Bustamante. "Creo que el tipo de recuerdos y experiencias que la gente había tenido era simplemente diferente. Los puntos de referencia que tenían, las formas en las que habían aprendido a salir adelante, los códigos de conducta y las expectativas de todos los días eran simplemente diferentes".

Los refugiados en los medios

En cuanto al resto de los EE. UU., la forma en la que muchas personas conocieron a los refugiados de Mariel vino de Hollywood. Si no vivías cerca de Miami o de alguno de los campos de reasentamiento de refugiados  — como Fort McCoy, donde terminaron algunos de los refugiados de Mariel — es posible que todo lo que supieras de los refugiados de Mariel, o Marielitos, viniera de "Scarface."

La película se concentra en el refugiado de Mariel ficticio Tony Montana, y su historia de transición de la pobreza a la riqueza al convertirse en uno de los principales narcotraficantes en el mercado de drogas de Miami.

La película salió tres años después de que los refugiados llegaran a los EE. UU. Al Pacino, que es italianoamericano, hizo el papel principal de Tony Montana, que era cubano.

"Scarface" fue importante porque introdujo al público estadounidense y a las audiencias globales la imagen de un refugiado de Mariel, dice Granados. Tony Montana es un gánster violento y despiadado; alguien que no parece valorar las relaciones familiares. 

Granados compara la falta de relaciones interpersonales en "Scarface" con el foco en la familia de los gángsters que aparecen en "El padrino."

"Era un nuevo estereotipo (en 'Scarface') que empezamos a ver en Hollywood: uno que no valora las relaciones con su familia. Tenía dificultades para relacionarse con su hermana y su madre. No se veían escenas como las que hay en 'El padrino', en las que la familia se reúne para la cena del domingo", dice Granados. "Es un cambio importante en la forma en que se habla de delincuentes en Hollywood. De modo que a pesar de su éxito de taquilla, la película crea también un estereotipo pernicioso, una reacción violenta inmediata de la comunidad cubanoamericana del sur de Florida".

La forma en que la película "Scarface" pinta a Tony Montana no es demasiado diferente de la forma en que los medios informativos pintaron a muchos refugiados de Mariel.  

"Era un nuevo estereotipo (en 'Scarface') que empezamos a ver en Hollywood: uno que no valora las relaciones con su familia. Tenía dificultades para relacionarse con su hermana y su madre. No se veían escenas como las que hay en 'El padrino', en las que la familia se reúne para la cena del domingo", dice Granados. "Es un cambio importante en la forma en que se habla de delincuentes en Hollywood. De modo que a pesar de su éxito de taquilla, la película crea también un estereotipo pernicioso, una reacción violenta inmediata de la comunidad cubanoamericana del sur de Florida".

La forma en que la película "Scarface" pinta a Tony Montana no es demasiado diferente de la forma en que los medios informativos pintaron a muchos refugiados de Mariel.  

"No obstante", Añade Jacklin, "Inmerso en ese mensaje estaba que era responsabilidad del gobierno estadounidense y de los ciudadanos de los EE. UU. detener al menos a esas personas para demostrar que los Estados Unidos era un país democrático que aceptaba a todo el mundo, en especial a personas que querían escapar del comunismo".

"Si Fidel Castro era ese terrible dictador que hacía todo mal y de un modo completamente opuesto a lo que habría hecho el gobierno estadounidense", añade Jacklin, "¿por qué habrían los medios nacionales estadounidenses de creer todo lo que él decía sin cuestionarlo?" 

El mensaje de los medios le daba la victoria a Castro, ya que la prensa de EE. UU. se tragaba todo lo que estaba diciendo acerca de sus propios ciudadanos, dice Granados. Si bien algunos habían tenido pasados con dificultades, no había forma de verificar quién podía ser un delincuente, ya que no se habían compartido registros.

El mensaje de los medios le daba la victoria a Castro, ya que la prensa de EE. UU. se tragaba todo lo que estaba diciendo acerca de sus propios ciudadanos, dice Granados. Si bien algunos habían tenido pasados con dificultades, no había forma de verificar quién podía ser un delincuente, ya que no se habían compartido registros.

De los 124,779 refugiados de Mariel que arribaron a los EE. UU., 1,761 — o un 1.4 por ciento — eran delincuentes que habían cometido delitos graves (asesinato, violación o robo). Luego, había 23,927 exiliados cubanos —o 19.1 por ciento— que se consideraban "delincuentes que no habían cometido delitos mayores o eran prisioneros políticos". Esto es de acuerdo con las cifras del Servicio de Inmigración y Naturalización que se citan en "Castro's Ploy - America's Dilemma: The 1980 Cuban Boatlift" de Alex Larzelere

A través de Mariel, vinieron a los Estados Unidos algunas personas peligrosas. Pero la mayoría de las personas enviadas de las cárceles cubanas a los EE. UU. eran culpables de cosas como hurto, consumir marihuana, ser gay o criticar al gobierno comunista. 

Sin embargo, la versión de que los refugiados de Mariel podían ser peligrosos fue la que prevaleció. 

'Una era de creciente agotamiento'

Si bien la historia inmigratoria de los EE. UU. no está exactamente llena de bienvenidas cálidas, los finales de los años 1970 fueron una época en la que el país ya había aceptado varias olas de cubanos, más muchísima gente del sudeste de Asia que estaba escapando de diversos conflictos. 

En marzo de 1980, Carter ratificó la Refugee Act of 1980 (Ley de refugiados de 1980). Esencialmente, abría las puertas de los EE. UU. para la entrada de más refugiados y también aclaraba ciertas políticas inmigratorias. Pero un mes después, la ley se puso a prueba justo cuando empezó el éxodo de Mariel. A mediados de abril, Carter accedió a recibir, como parte de la Ley de Refugiados, a 3,500 refugiados cubanos que habían asaltado la embajada peruana.

Si bien la historia inmigratoria de los EE. UU. no está exactamente llena de bienvenidas cálidas, los finales de los años 1970 fueron una época en la que el país ya había aceptado varias olas de cubanos, más muchísima gente del sudeste de Asia que estaba escapando de diversos conflictos. 

En marzo de 1980, Carter ratificó la Refugee Act of 1980 (Ley de refugiados de 1980). Esencialmente, abría las puertas de los EE. UU. para la entrada de más refugiados y también aclaraba ciertas políticas inmigratorias. Pero un mes después, la ley se puso a prueba justo cuando empezó el éxodo de Mariel. A mediados de abril, Carter accedió a recibir, como parte de la Ley de Refugiados, a 3,500 refugiados cubanos que habían asaltado la embajada peruana.

Michael Bustamante

Michael Bustamante. Fotografía de Beth Bustamante

Bustamante dice que los Estados Unidos estaban en una "era de creciente agotamiento" con la política inmigratoria durante ese tiempo.

"Ese fue el principio, de algún modo, del ascenso del movimiento antiinmigratorio que vemos hoy en día", dice.

Además, la raza jugó un papel en el grado de bienvenida que alguna gente le ofreció a este nuevo grupo de inmigrantes.

Joven, soltero y negro

Si bien la mayoría de los 125,000 cubanos que se fueron durante el éxodo de Mariel eran blancos, cerca del 40 por ciento eran negros o mestizos. Muchos eran también hombres jóvenes solteros que provenían de la clase trabajadora.

Al alcanzar el éxodo a fines de mayo y principios de junio de 1980, empezaron a  arribar a los EE. UU. personas que estaban en la cárcel o en hospitales psiquiátricos. En ese grupo de refugiados de Mariel, también había más cubanos de raza negra, dice Granados. Muchas de esas personas no tenían familia, amigos ni redes de contactos en los EE. UU.

Nunca he visto evidencias de que haya habido una expulsión deliberada de cubanos de raza negra propiamente dicha", dice Bustamante. Añade que, en cierta medida, el gobierno cubano sacó ventaja del momento enviando al puerto de Mariel gente de cárceles y hospitales. Si bien la revolución estaba intentando eliminar el racismo en la sociedad cubana, el racismo estructural aún persistía, dice Bustamante. 

"El gobierno cubano argumentaba que había tomado esa decisión y, por lo tanto, no eran necesarios. Que los prisioneros no eran buenos ciudadanos de la revolución cubana. Que eran ingratos, de hecho, porque no apreciaban todo lo que la revolución les había ofrecido como camino a obtener una educación y subir en la escala social", explica Bustamante. 

Los exiliados ya sabían lo difícil que era ser negro en Cuba. Luego tuvieron que aprender lo duro que era ser negro en los Estados Unidos, dice Granados. Ernesto Rodriguez dice que se dio cuenta enseguida de que ser negro en los EE. UU. iba a ser una dificultad.

Ernesto Rodriguez

Ernesto Rodriguez afuera de su casa de La Crosse, Wisconsin, en abril de 2021. Angela Major/WPR

"No quería venir aquí", dice. "Lo único que puedes ver en Cuba es lo malas que son las cosas en los EE. UU. El Ku Klux Klan ... y yo estaba tan asustado porque veía todo eso en Cuba y no quería venir (a los EE. UU.)".

Dice que daba gracias de haber llegado hasta la frontera con los Estados Unidos, pero sentía resquemor de venir.

De Key West a Fort McCoy

Cuando los cubanos desembarcaban en suelo estadounidense, tenían que encontrar familiares o patrocinadores: un ciudadano u organización de los Estados Unidos que avalara al refugiado y lo ayudara con los primeros pasos en su nuevo país. 

Rodriguez, por ejemplo, no tuvo mucha elección respecto del lugar en el que terminó porque no tenía familia ni encontró un patrocinador enseguida cuando llegó a Florida en junio de 1980.

Ese fue el caso para muchos cubanos negros que llegaron como parte del éxodo de Mariel.

"Tenías refugiados de Mariel que llegaban a Key West y relativamente rápido eran patrocinados por familiares que los estaban esperando; podían integrarse a la comunidad y por lo tanto recibían un enorme empujón inicial", dice Bustamante, y añade que para quienes no tenían familiares, era mucho más difícil asentarse. Eso incluía un grupo más diverso racialmente que necesitaba encontrar patrocinadores.

"Y entonces resulta lógico que en los Estados Unidos, de los años 1980, los cubanos de color fueran a tener más dificultades para encontrar patrocinadores, en particular cuando se los envía más o menos lejos del sur de Florida", continúa. 

Personas como Rodriguez, Durruthy y Pozo estaban completamente solos en las costas de Florida.

"Aunque de la gente que conocía, todos venían de la cárcel, y éramos todos solteros, pero nos dijimos, 'Bueno, que pase lo que deba pasar'", Durruthy dice.

A black and white photograph featuring unidentified refugees walking together alongside a military personnel member.

Una fotografía en blanco y negro de refugiados no identificados caminando junto a un miembro del personal militar. Tomada por el fotógrafo de La Crosee Tribune Ed Huebner el 29 de mayo de 1980. Fotografía cortesía de Murphy Library Special Collections/ARC, University of Wisconsin-La Crosse

Mientras tanto, a los funcionarios se les estaban acabando el espacio y los hogares para refugiados en el sur de Florida. El gobierno había tenido que elaborar un nuevo plan y buscar lugares para que la gente viviera temporalmente.

Mientras esos refugiados esperaban hasta encontrar patrocinadores, el gobierno estadounidense comenzó a enviarlos a bases militares remotas para el procesamiento: Fort Chaffee en Arkansas; Fort Indiantown Gap en Pennsylvania; Eglin Air Force Base en el noroeste de Florida; y Fort McCoy en Sparta, Wisconsin. 

Fort McCoy fue el último campo de reasentamiento en abrirse, y el primer grupo de refugiados llegó allí el 29 de mayo de 1980. De las casi 15,000 personas que vivían en Fort McCoy, muchos eran varones negros solteros de 25 a 30 de edad, dice Granados.

Y fue a Fort McCoy al que el gobierno estadounidense envió personas como Durruthy, Pozo y Rodriguez después de que llegaran al sur de Florida en 1980. 

En el próximo episodio de Uprooted, los refugiados cubanos comienzan a vivir su vida como habitantes de Wisconsin después de llegar a Fort McCoy. Y mientras esperan salir de Fort McCoy, encuentran trabajo en la base, juegan a los naipes, y también necesitan cuidarse las espaldas.

Nota del editor: Alyssa Allemand de WPR contribuyó a este reportaje.

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