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Los refugiados de Mariel han hecho su vida en Wisconsin durante 42 años; sin embargo, siguen añorando Cuba.

Cuba nos llama

Cuban refugees play music in Pozo and Rodriguez's living room
From left to right: Ernesto Rodriguez, ????, Rodosvaldo Pozo and Marcos Calderón play music in La Crosse, Wisconsin, in April 2021. Angela Major/WPR

Episode 8: English translation

Es un domingo a la noche en el centro de La Crosse, Wisconsin. La gente está empezando a llegar a Popcorn Tavern, un bar con música en vivo que funciona desde hace mucho tiempo. Es la noche de música cubana.

A la derecha del escenario, hay un gran despliegue de comida: carne de cerdo cocida a fuego lento, plátanos, arroz y frijoles. Antes de que la gente llene los platos, se bendice la mesa.

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Después de cenar, los músicos suben al escenario y el público se lanza a la pista de baile.

En el escenario, está sentado Rodosvaldo Pozo detrás de la batería; sus rastas se mecen al compás de la música. Marcos Calderón va vestido con una camisa a lunares en blanco y negro, y toca el saxofón, que ha comenzado a aprender por sí solo. Ernesto Rodríguez lleva una camiseta cubana; sonríe mucho mientras toca sus inconfundibles bongós.

Estos exiliados cubanos que llegaron a Wisconsin en 1980 por el éxodo de Mariel se han transformado en compañeros de banda, amigos y familia uno del otro.

También están muy unidos a sus ciudades de residencia en el Medio Oeste. Cuando tocan en vivo en el centro de La Crosse, reúnen a los cubanos y atraen a los no cubanos a su mundo, compartiendo música e historias.

Son wisconsinitas.

Ahora estos hombres tienen más de 60 años y han pasado la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. Pero su corazón sigue estando en Cuba, y quieren visitar su tierra natal una vez más.

Si encuentran la manera de hacerlo.

La añoranza del hogar

Osvaldo Durruthy, de Madison, Wisconsin, tiene una bandera cubana colgada sobre la mesa del comedor. Siempre tiene presente el país donde nació, aunque no haya visitado Cuba en más de 40 años.

«Mi objetivo más importante es poder visitar mi país algún día, abrazar a mi familia y llevarles ropa y todo lo que necesiten», dice Durruthy. «Tengo a mi familia esperándome, ¿sabes? Mi hermana dice: “Hermano mío, antes de morir, lo único que quiero es verte”».

Osvaldo Durruthy prepares a meal on his dining table. A large Cuban flag is hung over the table
Osvaldo Durruthy prepara la comida en su mesa de comedor de Madison, Wisconsin, el 19 de abril de 2021. Angela Major/WPR 

Durruthy no ha visto a su hermana en persona desde 1980, pero la ve a ella, y también a sus sobrinos de Santiago de Cuba, a través de videollamadas periódicas de WhatsApp. Les envía dinero. Pero no es lo mismo que estar juntos.

«Lo primero que quiero hacer, es abrazarla, levantarla y… darle un abrazo que nunca… como nunca ha recibido», dice Durruthy, sonriendo. «Me dijo que iba a cocinar para mí».

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